Hablemos sobre «Emily en París», lo que empezó como una serie que generó miles de fanáticos en su primera temporada estrenada en el 2020, dirigida por Darren Star y protagonizada por la talentosa Lily Collins. Actualmente, es un poco más detestada y ridiculizada. Desde el debut de su cuarta temporada en la plataforma de streaming Netflix el pasado 15 de agosto, el programa ha logrado suscitar un abanico heterogéneo de opiniones que lo han convertido en un fenómeno denominado «hate watching», atrapando a muchos por su ostensible falta de verosimilitud y su sobreabundancia de tópicos trillados.
Dentro del entramado narrativo, seguimos la peripecia vital de Emily Cooper, encarnada magistralmente por Lily Collins, quien se empecina en la persecución de sus anhelos en la ciudad de París, oscilando entre la búsqueda del amor y el afán por el éxito profesional. Sin embargo, la serie ha sido objeto de ácidas críticas debido a su carencia de cohesión en el desarrollo de los personajes y la trama, desviándose notablemente de las reflexiones existenciales exploradas en antaño por el célebre creador Darren Star en obras emblemáticas como «Sex and the City» y «Beverly Hills 90210».
Los eruditos del celuloide han emitido juicios dispares acerca de esta reciente temporada. Mientras algunos, como el distinguido medio Vulture, se han mostrado inflexibles al catalogarla como una versión descafeinada de «Sex and the City», otros, tal como el reputado Telegraph, han llegado a considerarla una potencial afrenta diplomática debido a su escasez de méritos. A pesar de las críticas adversas, el show obtuvo una nominación a mejor comedia en los destacados Premios Emmy 2021, reflejando así su popularidad y su habilidad para mantener cautiva a su audiencia pese a sus defectos evidentes.
Un aspecto sobresaliente de «Emily en París» es su hincapié en el mundo de la moda, presentando atuendos exuberantes y caleidoscópicos que despiertan tanto admiración como repulsa entre los espectadores. Tras bastidores, la talentosa diseñadora de moda Marylin Fotoussi, en íntima colaboración con la renombrada diseñadora de vestuario Patricia Field, ha forjado un universo visualmente impresionante en la serie.
Aunque la superficie de la narrativa aborda indirectamente temas tan relevantes como el acoso sexual en la industria de la moda, no se destaca por ofrecer un contenido sustancialmente edificante. No obstante, logra cumplir con su propósito primordial de entretener y transportar a la audiencia a un mundo embrujador y rebosante de colores, donde pueden evadirse de la prosaica realidad y sumergirse en un relato ameno y divertido.
«Emily en París» se nos presenta como un producto televisivo concebido para estimular reacciones encontradas en su público, erigiéndose como un fetiche del «hate watching» que ha generado encendidos debates en torno a su valía y calidad como obra televisiva.
A pesar de las críticas, la serie consigue mantenerse como un escaparate visualmente atractivo y una fuente de solaz para aquellos que buscan evadirse de la cotidianidad y adentrarse en un universo de fantasía y diversión. ¿Acaso el espectador no merece regocijarse con una creación tan singular y hechicera como esta, aunque su guardarropa no pueda rivalizar con el de la protagonista?
Ahora queda esperar con ansias la segunda parte prometida para el 12 de septiembre, que promete nuevos personajes, más drama, romance y viajes a Italia, con Roma como principal ciudad a visitar, llena de atractivos solteros.
Zara regresa al mercado venezolano: una resurrección llena de desafíos